No hemos podido por tanto perder la ocasión de aprovechar este fenómeno e irnos a La Muela , echar unos vuelos y por qué no, disfrutar de una comida en el campo.
El plato fuerte de la jornada fue el estreno del velero de 3m (finalmente motorizado) de Carlitos y del que no se pudieron sacar muchas conclusiones sobre su rendimiento debido a un previsible error en el diseño de las incidencias de ala/estabilizador (el propietario y feliz constructor asegura que la incidencia del motor estaba a cero…).
Se estrenaba con éxito Alfonso y su indestructible Zagi, así como el paramotor de Alex, el Mefisto, el Cóndor y el Hawk de Domin que finalmente resultaron arrollados bajo las ruedas de uno de los coches. Fuego amigo, como se dice en estos casos.
Mención aparte fue la barrena irrecuperable en la que entró el Durafly EFX de un servidor a última hora de la tarde. Estoy convencido que se trabó el servo de dirección por una mala ubicación del receptor (el espacio en el fuselaje es mínimo). Gracias al trabajo de campo de Alfonso y Domin (al que nos faltó poco mas o menos que aplicarle descargas de desfibrilador tras la subida por la ladera) pudimos recuperar los restos del aparato (el ala se salvó milagrosamente).Con un poco de mimo se recuperará.
Disfrutamos como no de un servicio de catering excepcional en el que se incluyó:
-Empanada , tortilla , aceitunas, boquerones, patatas, cortezas…
-Tortilla, panceta, y unas chuletitas de cordero de antología.
-Cervezas, vino e incluso sidra natural con escanciador eléctrico incluído.
-Café y panettone.
Todo un lujo que sin duda los parapentistas observaban con natural envidia desde el aire mientras describían círculos a nuestro alrededor.
Ya se que es un debate abierto desde hace tiempo, pero creo que todos coincidimos en que los parapentistas deberían respetar un poquito más la posición en la que estabamos y no interferir en el reducido espacio de vuelo al que nos vimos abocados a utilizar. A pesar de habernos desplazado ex profeso al otro extremo de nuestra ubicación original para no interferir en sus maniobras parece que no era suficiente para ellos y una y otra vez teníamos que lidiar con ellos como si no existiesemos. Y no será porque no tuviesen espacio con buen viento para disfrutar. Está claro que ninguno de nosotros pondrá en riesgo la vida de nadie y antes de chocar con nadie romperemos el avión si es preciso una y mil veces pero señores, un poquito de «por favor». Todos tenemos derecho a disfrutar con seguridad de nuestras aficiones.
No faltó siquiera a la cita «Rastreator», un perro que sospechamos sea del pueblo y que por segunda ocasión nos acompañó al olor de la comida.
Quien sabe si esta será la última Muela del año, así que gracias a todos por participar en el evento.
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