Hace tiempo que quería volar en autogiro, lo reconozco. Y más aún desde que he profundizado un poco más en sus orígenes, principios y características de vuelo.
Nuestro hobby para esto es muy agradecido, ya que te permite reproducir a escala estas fantásticas aeronaves (y si no que se lo digan a nuestros amigos de ARCM) .
En esta ocasión mi mujer me ha regalado una experiencia de vuelo en el aeródromo de Casarrubios del Monte (Toledo) .
La noche anterior no dejaba de darle vueltas a las palabras del instructor de ULM de Camarenilla, a quien no le gustaban nada los autogiros y los tachaba poco más o menos de máquinas infernales. Por curiosidad ojeé incluso las estadísticas de siniestralidad de AESA de los últimos años , pero la única conclusión razonada y razonable que saqué es que si te toca te ha «tocao».
De igual forma que te puede caer una maceta en la cabeza, resbalar en la ducha y desnucarte, o darte un infarto en un concierto de música zen.
Después de la experiencia puedo decir que la sensación de seguridad y de control de la situación es total. Son pilotos experimentados que conocen los límites de las aeronaves y que no solo tienen en sus manos tu vida sino la suya (no lo olvidemos tampoco). La intranquilidad o el miedo debes guardarlo en el maletero del coche y preocuparte sólo por disfrutar, observar, sentir …
Enfilamos la carretera de Valdemorillo para estar en el aeródromo sobre las 11:30 (media hora antes de la cita prevista).
Aerodromo de Casarrubios del Monte
El acceso desde la carretera principal se realiza por un camino de tierra y a los pocos metros encontramos el recinto flanqueado por grandes hangares y una torre de control sobre la cafetería. Un tiempo estupendo pero con un frío helador como podéis apreciar en las fotos. Enero es lo que tiene.
Enseguida dispongo el material y muestro el autogiro rc para asombro y simpatía de los visitantes. Nuestro club se merece una foto como esta y cual pequeño Nicolás bajo a pie de pista para pedir la venia al piloto . Tras las sonrisas obvias consigo el objetivo y regreso a la cafetería para tomar un último café y hacer algunas fotos. Por fín llega mi turno. Un retraso de media hora arrastraba toda la sesión de vuelos por un problemilla con la batería (que no arrancaba, vamos 🙂 ) .
Reunidos a pié de pista el piloto nos explica brevemente las características de la máquina. “A partir de 50 rpm no hay batimiento y por encima de 250rpm se puede iniciar la carrera de despegue “ son los datos que más llaman mi atención. Con la flexibilidad de una encina me subo al aparato no sin cierta dificultad y me pongo el casco. Acto seguido lo hace el piloto. Enciende el motor pero a los pocos segundos lo para y me indica que la rueda delantera está pinchada y que hay que cambiarla. Nos bajamos y el piloto retira el autogiro a una nave cercana. A los 10 minutos vuelve y me indica que sólo estaba un poco desinflada y que podemos proseguir.
Subimos de nuevo y afrontamos la pista auxiliar para posicionarnos en la cabecera.Hay atasco. Embraga el rotor y comenzamos a carretear. A los 20 metros saca el puño y aborta la maniobra. De nuevo parece que la rueda delantera no le inspira confianza y regresamos al hangar para revisarlo. Todo parece estar correcto. La tranquilidad del piloto es total. «Los problemas en tierra» – pienso para mis adentros. Ahora es la buena. Iniciamos el rodaje y en apenas 70m despega con gran suavidad (viento cero como podéis apreciar en la manga). Saludo a la grada y la nave se eleva suavemente girando a izquierdas. Precioso el sonido del batir de las palas. Casi puedes contar las revoluciones.
El piloto, que para mas inri se llama Angel, me invita a tomar el control. Con cierto recelo tomo los mandos y compruebo de primera mano la sensación de pilotar un autogiro. El giro en sí de alabeo es instantáneo con apenas un cm de movimiento de palanca. La sensación es increíble. Para elevarse , mas que tirar de la palanca hay que dar gas. Angel recupera los mandos y me muestra la gran capacidad de maniobra que tiene el bicho. Hace un picado a 45º para recuperarlo a escasos metros y navegar en vuelo rasante (a 20m para mí lo es) por el campo . Es increíble lo bien que reacciona (sin duda la experiencia del piloto ayuda). Instintivamente le pregunto al piloto si “lleva mucho volando” 🙂 -”¿Volando? He nacido aquí” – me responde señalando el espacio aéreo.
Llega el momento de aterrizar. Encara la pista e inicia el descenso suavemente pero con decisión, con la intención de posarse primero con las ruedas traseras para evitar forzar la delantera (por si las moscas) . Prueba superada. Aterrizaje de libro y vuelta al hangar con una sonrisa de oreja a oreja. Agradecemos al piloto la experiencia y me reúno con mi mujer para seguir camino de Navalcarnero a por un asado de cordero «dietético» en la Hostería de las Monjas .
¡De antología, por cierto!
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