Tras un primer intento fallido, por fín pudimos reunirnos para pasar el día en la Muela de Alarilla, lugar de peregrinación para tantos y tantos aficionados al vuelo en ladera.
Tardamos una hora y pico en llegar desde Colme, pero mereció la pena. Personalmente era la primera vez que volaba en ladera y resulta impresionante la sensación de soltar el avión sin motor frente al abismo y contemplar como es aspirado literalmente por el fuerte viento ascendente.
Pronto fuimos tomando confianza hasta el punto de que Gonzalo y yo chocamos en el aire en 2 ocasiones, afortunadamente sin consecuencias.
Peor suerte corrieron Carlos y Vicente , que iniciaron una serie de persecuciones «de alto riesgo» que acabaron con uno de los veleros estrellado junto a las rocas. Tortilla , empanada , cervecitas , chorizo , queso …completaron una fantástica jornada . Sin duda repetiremos.
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